La realidad es que no conocemos a nuestros hijos. No tenemos tiempo.  Papá y mamá trabajan hasta tarde, salen de casa temprano y al regresar encuentran a los hijos durmiendo. En otros hogares es sólo el papá el que sale a trabajar, pero igualmente los dos terminan el día agotados y sin humor para nada. Otras veces son los compromisos sociales, los amigos, las reuniones de trabajo que nos roban el tiempo para dar afecto a nuestros hijos.

La oportunidad de dialogar con ellos queda reducida a contados días de descanso. Más tarde, cuando nuestros hijos son adolescentes, son ellos los que no tienen tiempo para estar en casa y ésta se convierte en un hotel, donde se llega solamente a comer y dormir, donde padres, hijos y hermanos viven como extraños, que no se conocen ni se tratan. Nuestros compañeros de trabajo o amigos del Club nos conocen mejor, ya que a ellos les dedicamos más tiempo.

En nuestro mundo de hoy, todo tiende a dividir la familia, y tenemos que luchar contra el ambiente ya establecido. Pero tenemos la firme esperanza de lograr un Mundo Mejor para nuestros hijos, un mundo en el cual ellos puedan encontrar más justicia, paz y comprensión. Queremos empezar nosotros mismos a tratarlos con la dignidad que les corresponde por ser personas y no considerarlos como una propiedad de la cual podemos disponer como nos guste. Queremos empezar a crear un mundo en el cual el niño, el joven y el adulto puedan descubrir su valor inapreciable como personas y se sientan seguros de que sus padres los aman. Sus padres quienes les han mostrado que se puede llegar a crear, con el esfuerzo de todos, UN MUNDO MEJOR.

 Este programa consta de cuatro temas: Recuerdos, Escuchar, Semejanzas y Dar vida. Cada tema es presentado por una pareja en forma muy breve y objetiva.